Este fin de semana tampoco daban buenas previsiones pero no hemos podido aguantar ya más tiempo sin salir así que hemos decidido poner a tanta sequía viajera pasando el fin de semana en la comarca de Tarazona y el Moncayo. El tiempo ha sido bastante malo, tan pronto nos llovía como granizaba, nevaba y de repente... salía el sol y vuelta a empezar; imagino que el Moncayo influye bastante en esto ya que es una zona que acumula bastantes nubosidad debido a la altura de esta mole montañosa.Salimos el sábado a la mañana con dirección a Fitero, provincia de Navarra aunque ya muy cerquita de Zaragoza. Allí hicimos una modesta ruta de senderismo llamada Circuito de Roscas que consiste en rodear el llamado macizo de las roscas, unas pequeñas elevaciones de conglomerado no demasiado espectaculares. Fueron 8,6Km con 125 metros de desnivel muy llevaderos. La ruta corresponde al SL-NA-216 y está balizada con marcas verdes y blancas.
Circuito de Roscas
La ruta nos pareció bastante aburrida pero bueno, otro recorrido que acumulamos a nuestro curriculum. Después del paseo visitamos el Monasterio Cisterciense de Fitero, el primero que se levantó por la orden del Cister en la Península Ibérica, concretamente entre los años 1185 y 1247. Pagamos los 3€ que cuesta visitar la zona que controla el Gobierno de Navarra (la Iglesia por ejemplo no está incluida). Además hay otras zonas del Monasterio que actualmente están ocupadas por edificios para otros usos.
Iglesia del Monasterio de Fitero
La visita la hicimos muy rápido ya que no nos pareció nada interesante así que luego estuvimos dando una pequeña vuelta por el pueblo, lo mejor que encontramos fue una pequeña exposición de vehículos antiguos, sobretodo "seiscientos".
Exposición de vehículos antiguos en Fitero
Buscamos en Internet restaurantes de camino al Moncayo y nos decidimos por uno situado en San Martín de la Virgen del Moncayo. Todo un acierto ya que salimos muy satisfechos, de momento fue lo mejor del día.
Tras la comida subimos al parking de Agramonte granizando y ya arriba nevando. Allí fuimos con intención de visitar el viejo Sanatorio abandonado de Agramonte.
Tras acabar la visita todavía nos quedaban horas de luz así que nos desplazamos a Grisel donde teníamos el alojamiento y un par de visitas que hacer. Primero paramos en el Mirador de la Diezma, el que dicen que es el mejor mirador del Moncayo. Cuando subíamos lucía el sol pero en cuestión de un par de minutos, lo que nos costó bajarnos del coche, vimos como se metía un negro nubarrón que nos chafó los planes.
Con cara de tontos nos bajamos a Grisel para ver el Pozo de Aines, una curiosa dolina karstica situada en las afueras del pueblo y a la que se llega tras un simple paseo de menos de un kilómetro desde el pueblo. La curiosidad esta dolina es que dentro tiene un microclima especial que hace que aunque fuera reinen las especies mediterraneas dentro de ella haya vegetación de latitudes mucho más humedas. Hay unas escaleras que permiten bajar hasta una plataforma metálica desde donde ver cómodamente el interior del pozo. Nos sorprendió que al bajar se reproduce automáticamente una locución que explica datos sobre este fenómeno geológico.
Pozo de Aines
Como volvía a salir el sol decidimos volver con el coche al mirador de la Diezma donde ya pudimos tener mejores vistas que antes.
Mirador norte de la Diezma
Ahora ya sí que se nos estaba haciendo de noche así que nos acercamos al Mercadona de Tarazona para comprar algo de comida y ya de vuelta a Grisel donde nos alojamos en el Castillo de Grisel, un alojamiento muy recomendable donde estuvimos la mar de agusto.
Castillo de Grisel
El Domingo partimos hacia el Monasterio de Veruela, antes de llegar hicimos una breve parada a ras de carretera para fotografiar el Castillo de Trasmoz con el fondo del Moncayo, una foto típica. No entramos al pueblo a verlo de cerca ya que debe estar muy ruinoso y no vale mucho la pena.
Trasmoz y su castillo
Como llegamos al Monasterio de Veruela antes de tiempo (abrían a las 10,30) dimos un breve paseo alrededor del perímetro de la muralla. La visita al interior del Monasterio nos gustó mucho, a pesar de ser más barato que el de Fitero (solo 1,80€) nos pareció mucho más bonito; al igual que este también es Cisterciense.
Monasterio de Veruela
Claustro del Monasterio de Veruela
No nos podíamos ir de la zona sin ir a Borja a ver el famoso Ecce Homo, el fresco que en 2012 decidió restaurar una vecina del pueblo con tan mala fortuna que hizo que la noticia se hiciera viral y viniera gente de todo el mundo a ver el famoso Ecce Homo de Borja. El fresco se encuentra en el Santuario de la Misericordia, a unos 5Km de Borja, concretamente está situado en un edificio llamado el Caserón.
Ecce Homo de Borja
Tras las correspondientes fotos graciosas con el fresco marchamos para Tarazona, la capital de la comarca. En Tarazona dimos un paseo por la ribera del río Queiles y luego nos introdujimos en la zona de la Judería donde están las famosas casas colgantes. También vimos la Catedral de Santa María de la Huerta pero solo por fuera ya que no entramos dentro.
Tarazona (I)
Tarazona (II)
Casas colgantes de la Judería
Como estábamos con el perro buscamos un sitio para comer al aire libre y al final lo hicimos en un restaurante barato y con patio interior.
Tras la comida nos desplazamos hasta la localidad de Los Fayos, allí queríamos ver varios lugares excavados en las rocas de conglomerado que hay junto al pueblo.
Primero fuimos a la Cueva del Caco, unas escaleras metálicas permiten subir hasta esta curiosa oquedad.
Después, tras más de trescientos escalones de madera, subimos hasta la zona donde quedan restos de una torre del antiguo castillo. Desde este punto hay buenas vistas del entorno, por ejemplo del embalse del Val, situado junto a los Fayos.
Por último nos acercamos hasta la puerta desde donde se accede a la Ermita de San Benito, también excavada en la roca. Aquí no pudimos entrar por horario.
Cueva del Caco
Subiendo a las ruinas del Castillo
Ermita de San Benito