Lunes, día 19
El primer lo invertimos en llegar a Madrid con el coche de Pedro. Allí cogimos un vuelo con Ryanair para ir hasta Dublín. Cuando llegamos a la capital irlandesa ya era de noche. Sólo nos dio tiempo a ir al apartamento que habíamos reservado por Internet y a practicar la actividad favorita de los Irlandeses: beber pintas. Tras regresar de Irlanda sigo pensando que los irlandeses tienen un auténtico problema de alcoholismo. Aprovechando que nuestro apartamento estaba muy cerquita de Temple Bar, el barrio de pubs más famoso de Dublín, nos acercamos por allí para degustar nuestras primeras pintas en Irlanda. A pesar de ser Lunes, encontramos bastantante jaleo por los pubs; enseguida nos enteramos de que se debía a la celebración por la victoria de un partido de rugby gaélico.
A pesar de que Guiness es la cerveza más famosa en Irlanda y la que casi todo el mundo bebe, yo me he pasado casi todo el viaje bebiendo Smithwick´s, otra cerveza de variedad "Ale" (alta fermentanción) pero no tan fuerte como la Guiness.
Martes, día 20
El martes lo dedicamos a ver Dublín. Era el único día que íbamos a pasar en la capital así que aprovechamos el día todo lo que pudimos.
Empezamos recorriendo O´Conell Street, la principal arteria de la ciudad. Luego cruzamos el río Liffey, el cual separa Dublín entre norte y sur. Una vez en el otro lado dimos un paseo por el campus de la Trinity College, la Universidad más antigua de Irlanda.
Después nos acercamos a ver St Stephen´s Green, un coqueto parque en pleno centro de la ciudad. De allí recorrimos Grafton Street, la calle comercial por autonomasia de la ciudad. La calle desembocada en la estatua dedicada a Molly Malone.
Tras echar una pinta en un pub típico (Bankers) y renovar fuerzas visitamos tres edificos emblemáticos de la ciudad: el Castillo de Dublín y las dos catedrales que hay en Dublín: la de Cristh Church y la de St Patrick´s, entramos a la segunda de ellas aunque me quedé con ganas de haber entrado también a la de Cristh Church.
Tras la visita a St Patrick´s cruzamos el barrio de The Liberties para acabar llegando al monumento más visitado de la ciudad: el Museo de la Cerveza Guiness, situado en la antigua cervecería de St James Gate donde tradicionalmente se han estado produciendo litros y litros de cerveza Guiness. El museo a pesar de ser bastante caro (14€ in situ y 12€ reservando por Internet, cosa que recomiendo ya que además del precio te ahorras la enorme fila que suele haber para entrar) merece mucho la pena. Tras ver el museo te das cuenta de que la cerveza Guiness es un auténtico mito en este país. La entrada al museo además te da derecho a degustar una pinta tirada por ti mismo o por uno de los camareros en el último piso de la fábrica. Allí hay un mirador de cristal de 360º con vistas sobre toda la ciudad.
Después de la visita fuimos al apartamento a echar la tarde y a descansar para salir por la noche a seguir echando otras cuantas pintas en Temple Bar.
Miércoles, día 21
Este día nos tocaba ir a la oficina de Europcar a coger el coche que habíamos reservado por Internet. Como durante todo el viaje, a mi me tocó hablar con el chico de la oficina (en el país de los ciegos el tuerto es el rey) y a Pedro conducir por la izquierda.
Nuestra primera parada fuera de Dublín fue en Glendalough. Allí están situadas las ruinas de un antiguo conjunto monasterial del S.VI fundado por San Kevin. A mi más que las ruinas en sí, me gustó el paseito que dimos para conocer los dos lagos cercanos, especialmente merece la pena acercarse al lago superior.
Paramos a comer a medio camino y finalmente llegamos a Kilkenny donde habíamos decidido dormir este día. Allí vistamos el castillo de la ciudad, del cual especialmente nos gustaron sus increíbles jardines de un color inmensamente verde. También conocimos las dos catedrales de la ciudad y la Black Abbey, además de como no unos cuantos pubs de la ciudad. Kilkenny fue capital de Irlanda antes que Dublín y se nota en algunos de sus edificios; se trata de un pueblo muy bonito. Para dormir elegimos un Bed and Breakfast que nos salió por 35€ por barba, durmiendo en una habitación doble y otra triple.
Jueves, día 22
El Jueves nos tocaba llegar al otro lado de la isla para conocer los Acantilados de Moher (Dublín está en la costa este y los acantilados en el oeste). Los acantilados de Moher son el lugar más visitado de Irlanda y están nominados a ser una de las 7 maravillas naturales del mundo. Se trata de unos increíbles acantilados de más de 200 metros de altura sobre el Océano Atlántico.
Este fue uno de los lugares que más nos gustaron del viaje, dimos un paseo por el borde los acantilados pero no completamos los 8 km que en total recorren de lado a lado todos los acantilados. Eso sí, pagamos los 6€ por persona que cuesta dejar el coche en el parking, con este precio te dan un ticket que luego realmente no sirve para nada. Si vaís os recomiendo no entrar al parking o si dejáis el coche allí, que solo entre el conductor en el coche.
Tras la visita a Moher nos dirigimos hacia Galway, una de las ciudades principales del país. Antes de lelgar a Galway paramos para hacer una visita relámpago al Castillo de Kinvarra; me resultó parecido a algunos castillos de los que vi en Escocia pero sin tanto nivel. Finalmente y tras atravesar la región conocida como "El Burren" llegamos a Galway.
Nada más llegar a Galway nos sorprendió el increíble ambiente festivo que había. Enseguida nos enteramos de que hoy era el Artur´s Day, una fiesta que los irlandeses se han sacado de la manga recientemente y en la que las pintas Guiness están a mitad de precio. El que hoy se celebrara este día y que Galway es una ciudad eminentemente universitaria propiciaron que la fiesta fuera una auténtica pasada. Nosotros a pesar del cansancio que acumulábamos del viaje hicimos todo lo que pudimos pero al final no aguantamos más de las 12,30h PM.
Viernes, día 23
La mañana del viernes la dedicamos a ver Galway tranquilamente, nos pareció una ciudad totalmente diferente a la que habíamos conocido la noche anterior. Vistamos el "Latin Quarter" (barrio latino, la zona de pubs de la ciudad), la Catedral, el Spanish Arch (lugar donde antiguamente descargaban los barcos españoles sus mercancías). Tras las correspondiente compras de regalitos y souvenirs nos montamos en el coche y fuimos a pasar la tarde en el Parque Nacional de Connemara.
Realmente no nos daba tiempo a llegar a Connemara en sí pero sí nos dió tiempo a acercarnos a visitar el Castillo de Aughnanure, Lough Corrib (un bonito lago con islotes en medio) y finalmetne tras una pequeña discusión por ver si nos daba tiempo o no, llegar hasta Clifden para subir a un mirador situado en la llamada Sky Road, uno de los lugares más impresionantes que visitamos en Irlanda.
En Clifden comimos en un Fish and Chips pero enseguida llegó el temido ciclón que habían anunciado y empezó a llover fuertemente. Esto precipitó que tuvieramos que regresar hacia Galway sin poder dar un paseo por Clifden.
Al día siguiente teníamos que entregar el coche en el aeropuerto de Dublín a mediodía así que decicimos hacer noche lo más cerca posible de Dublín. Nos dio tiempo de llegar hasta Athlone, un pueblo a medio camino entre Galway y Dublín. Allí nos costó más de lo previsto encontrar alojamiento pero finalmente tuvimos suerte y pudimos acabar el viaje sin mayores complicaciones.