domingo, 15 de octubre de 2006

Urbasa otoñal

Hoy Edith y yo hemos hecho una escapadita a la sierra de Urbasa. Como yo ya había estado pues le he estado enseñando algunos de los sitios que más me gustaron la otra vez.
Al llegar, hemos pasado de largo la ruta del nacedero del Urederra, eso lo hemos dejado para otra ocasión. El primer sitio donde hemos parado ha sido el parking que hay para ver el Balcón de Pilatos. Allí hemos dado una paseíllo bordeando la terrible caída que hay desde lo alto del balcón. Edith ha estado disfrutando mientras acariciaba a un pequeño caballo que parecía estar muy acostumbrado a la gente ya que no se apartaba de nadie. También nos ha sorprendido un rebaño de ovejas latxas que nos miraban con cara de pocos amigos cuando pasábamos cerca de ellas.


Hayas gigantesEl balcón


El caballo mansoLas ovejas asesinas

Después hemos estado aprendiendo cosillas sobre el parque natural de Urbasa viendo los centros de interpretación y de información de que dispone el parque. Al salir de ellos nos hemos sentado en un merendero y nos hemos comido los bocatas que habíamos comprado esta mañana en el Mintaka antes de salir de Logroño.
Con las fuerzas repletas tras los bocatas nos hemos puesto a hacer una ruta de las muchas que oferta el parque. Hay tres principales que son muy populares y que están constantemente señalizadas: la de las fuentes, la de los pastores y la de los montañeros. Es obvio que la que yo quería hacer es la de los montañeros; Edith era un poco reticente a hacerla ya que lleva cerca de un año con problemas en la rodilla, y además estos problemas se le agraban al andar por caminos con desnivel. En el centro de información ponía que la ruta de los montañeros tiene unos 6 km de longitud y 200 metros de desnivel y según ponía en el folleto dificultad media. Tras animar a Edith y convencerla de que iba a poder hacerlo nos hemos puesto en marcha. Se trata de un camino que pasa por sitios bastante chulos como por ejemplo un lantegui (lugar donde viven y trabajan los carboneros) o un bosque mágico de hayas. El bosque estaba precioso con sus colores otoñales marrones, ocres y rojizos y el manto de hojas depositado sobre el suelo; al andar sobre ellas oíamos los crujidos al ritmo de nuestros pasos. La ruta termina en un claro en el bosque desde donde hemos tenido unas vistas magníficas de todo el valle de la barranca, sino llega a ser por la bruma que había en el ambiente todavía habrían sido mejores. Allí nos hemos sentado juntos y apoyados sobre unas rocas hemos estado observando el paisaje y descansando plácidamente, yo prácticamente me he quedado hasta dormido.



El lanteguiAlsasua en el valle de La Barranca

Amor

Tras volver de la ruta cojimos el coche y nos acercamos al camping que hay dentro del parque para sentarnos en la terracita y bebernos unas coca colas tranquilamente. De allí ya volvimos a Logroño por la recien inagurada autovía del camino (la nueva autovía que enlaza Logroño y Pamplona).