Antes de llegar al pueblo hemos parado en el mirador del río Leza: es un sitio desde donde hay unas vistas magníficas de la cuenca del río Leza. Además hemos visto que lo acaban de acondicionar: han colocado carteles explicativos de las aves que vuelan por esa zona, han puesto bancos y senderos... Allí hemos estado un ratillo maravillándonos de como pasaban los buitres leonados planeando sobre nuestras cabezas.
Cañón del Río Leza | Buitres leonados |
Edith al borde del abismo |
En Hornillos hoy se respiraba el mismo ambiente de soledad y melancolía que se suele apoderar de este pueblo constantemente. Siempre que llego aquí me da la misma sensación: que Hornillos se ha quedado anclado en el tiempo unas cuantas décadas atrás; es como si la era moderna todavía no habría llegado aquí: las casas no conocen el ladrillo, son todas de piedra; las calles están salpicadas de excrementos de vacas y caballos; los animales campan a sus anchas... Se trata de un pueblo muy auténtico, a Edith se lo he estado enseñando y le ha gustado mucho: hemos visto los pocos caballos y vacas que todavía quedan, la fuente de la plaza central, la Iglesia de Nuestra Señora de La Asunción, las eras junto a la Ermita de San Adrián, el hueco donde están las ruinas de la casa de mis abuelos... La verdad es que no sé porque no subo más a este pueblo, sólo vengo un par de veces al año y me da pena porque está muy bien y al fin y al cabo la mitad de mis raíces proceden de aquí, concretamente toda la rama paterna. Antaño, cuando mis abuelos residían aquí llegó a tener una población de unos 200 habitantes, ahora mismo viven habitualmente menos de diez. Si alguien quiere saber más sobre Hornillos puedes visitar esta página.
Al final hemos tenido que salir del pueblo precipitadamente porque de repente se nos ha caído el cielo encima, ha empezado a llover de unas maneras increíbles y hemos decidido regresar a Logroño antes de tiempo.
Casas de piedra | Al lado de la iglesia |
Ermita de San Adrián | Panorámica del pueblo |