sábado, 15 de abril de 2006

Navarra cultural

Yo y unos amigos (J y Carmelo) hemos decidido cambiar un poco la rutina y hemos hecho una rutilla en plan cultural por tierras navarras. Hemos decidido ir hacia la zona este de Navarra donde en una pequeña parcela de pocos kilómetros teníamos un montón de sitios para visitar. Tras la madrugada hemos marchado con el coche de J hacia nuestro primer destino: El castillo de Javier. Aquí es donde nació San Francisco Javier, el monje que junto a San Ignacio de Loyola fundó la compañía de Jesús. A pesar de ser este un lugar muy importante donde cada cierto tiempo se hacen peregrinaciones multitudinarias (las llamadas Javieradas) el castillo a mi particularmente no me ha gustado mucho, la piedra exterior no me gusta como queda, parece un castillo mucho más moderno de lo que es. Por dentro tampoco me convence, es como estar en un museo, está todo lleno de cuadros y reliquias relacionadas con la vida del santo. Al poco de llegar al castillo ya ha empezado a llover y la maldita lluvia no nos ha abandonado hasta por la tarde.

Castillos bajo el agua

Nuestro siguiente destino: El monasterio de Leyre. Aquí hemos tenido que hacer un poco de fila antes de entrar. Ya dentro, nos hemos dado cuenta de que la visita era guiada, habríamos preferido que nos hubieran dejado a nuestra bola como en el castillo de Javier, pero bueno, así por lo menos nos hemos enterado de unos cuantas cosillas del monasterio. Sólo te enseñan la cripta (impresionante con sus grandes columnas) y la iglesia (muy normal). J por aquí ya ha decidido que era hora de empezar su reportaje de videocámara; cada vez que me enfocaba yo me ponía de los nervios, odio que me graben!!. Aún así ha quedado un reportaje muy interesante y bueno, yo no parezco salir tan forzado como pensaba.



La criptaLa iglesia

Al salir del monasterio el cielo ya tenía una pinta malísima:

Nubarrones indeseables

Aún así hemos tirao hacia delante. Nuestro siguiente destino: La foz de Lumbier.
Primero hemos llegado al pueblo que le da nombre a la foz; como cuando hemos llegado ya era la hora de comer nos hemos sentado en un banco de la plaza del pueblo, hemos sacado nuestros bocatas del maletero del coche y hemos procedido a trapiñarnoslos. Después, cañita en el bar de turno, paseíllo por las calles del pueblo y marcha hacia la foz.
Allí nos ha sorprendido un viejo que nos ha dicho que teníamos que pagar para dejar el coche en una explanada de tierra abandonada en la nada. El negocio del turismo a veces llega a límites insospechados. Justo entonces ha sido cuando más llovía en todo el día, nos ha costado un poquillo convencer a J para ponernos los chubasqueros y sacarle del coche.
La foz nos ha gustado bastante, se trata de un mini-cañón excavado en la piedra por las aguas del río Irati. Lo atraviesa la antigua ruta del ferrocarril maderero del Irati. Realizar esta ruta presenta muchos atractivos: es muy accesible (son un par de kilómetros), se atraviesan varios profundos túneles y además hay un gran número de buitres leonados que te acompañan durante el trayecto desde las alturas de sus roquedos. El camino llega hasta el otro lado de la foz, donde se puede ver un antiguo puente romano en ruinas y ya se vuelve por el mismo trayecto hasta el punto de partida.
Otra foz muy famosa es la foz de Arbayún, excavada por el río Salazar, a pesar de que se encuentra muy cerca de aquí hemos decidido que con ver la de Lumbier ya nos era suficiente.



Qué chungos que son...Vistas


El color del aguaEl capitán Pescanova

A media tarde hemos llegado a nuestro último destino por hoy: Olite. Este es un pueblo medieval donde la piedra abunda por todos los sitios. Este creo que ha sido el sitio que más nos ha gustado, aunque yo lo pongo empatado con la foz de Lumbier. Es un pueblo que tiene muchas cosas para ver, nosotros hemos empezado por la iglesia de San Pedro. Se trata de una iglesia Románica ampliada posteriormente durante el Barroco. Hemos contemplado su fachada y también hemos estado dentro del claustro. De allí, mientras J nos grababa andando por las calles del pueblo, hemos llegado a la zona centro donde estaban congregados todos los turistas. Lo más impactante de Olite es sin duda su castillo-palacio, este fue promovido por el Rey Carlos III y está construido en estilo gótico francés. Tras pagar los correspondientes euros hemos entrado dentro de sus muros, por dentro es todavía más impresionante: está lleno de torres, escaleras, pasillos estrechos, puertas... es como un laberinto mágico. Lo único malo es el ir acompañado constantemente por gente que se mueve rápidamente por todos los lados.



Iglesia de San PedroCastillo-Palacio