lunes, junio 11, 2007

Playas y castillos

San Bernabé, fiesta patronal de Logroño. Es un buen día para acercarse a lugares de fuera de La Rioja que suelan sufrir aglomeraciones de gente. Nuestro elección: la Playa de Plentzia, en Bizkaia, muy cerquita de Bilbao.
He ido con dos amigas, Erika y Azuzena; y Tito, el novio de Azuzena.
Hemos llegado a Plentzia un poquito tarde, la arena la pisábamos cerca de la 1 del mediodía. Además, al principio nos hemos equivocado de playa, hemos acabado en la playa de Gorliz, que está pegando a la de Plentzia, únicamente las separa un edificio.
Para las 2 y media no hemos acercado a un bar cercano que ponía menú del día por 9 euros con iva ya incluido, no hemos dudado en entrar, la precariedad económica no perdona.
Después de comer a tostarnos otro par de horas al sol, una vueltita por la playa y para las 6 cuando ya estábamos bastante achicharrados nos hemos vuelto al coche.


Vistas desde la playa de Gorliz




Tito, Azuzena y Erika
Yo, con color leche

Como todavía teníamos tiempo hemos aprovechado para acercarnos a ver el Castillo de Butrón, típica visita obligada para los turistas de Bizkaia.
Es un castillo impresionante, de estilo gótico, nórdico y fantástico. Parece sacado de un cuento de hadas con príncipes y princesas. Aunque la primera torre de la fortaleza data del siglo XI, el castillo, tal como se conoce actualmente, se acabó hace apenas cien años.
Actualmente se encuentra cerrado; pertenece a la Diputación Foral de Bizkaia y se encuentra bajo protección del Patrimonio Histórico Español. Hace no demasiado tiempo debía estar abierto y podía ser visitado su interior. Ahora lo único que se puede hacer es admirar toda su estupenda estructura exterior.



Desde adelante
Desde detrás

domingo, junio 03, 2007

El noreste de Navarra

Acabo de regresar a Logroño después de pasar tres días en Navarra, concretamente visitando los valles de Salazar y el Roncal. He ido con Edith, mi ex, sí, efectivamente es posible cortar con la novia y seguir llevándose bien con ella. La zona me ha encantado, sobretodo la correspondiente al Pirineo Navarro. Es un delito el que te guste la montaña y no ir a los Pirineos; yo hasta ahora nunca había estado y me arrepiento muchísimo, eso sí, prometo a partir de ahora volver muchas veces más.
Comenzamos el viaje el viernes, justo al salir del trabajo, comimos allí y salimos pitando dirección Pamplona. La casa rural que habíamos reservado está en Ochagavía y antes de llegar hicimos un par de altos en el camino. El primero para ver la Foz de Arbayún, un impresionante bocado del río Salazar a las montañas que atraviesa. Yo ya había visto la
Foz de Lumbier, la otra gran foz de Navarra, a mi personalmente me gusta más esta última; en la de Lumbier se puede hacer una ruta que atraviesa de lado a lado la foz. Sin embargo en la de Arbayún simplemente hay una plataforma-mirador desde la que se puede contemplar la majestuosidad de la foz.
Foz de Arbayún desde el mirador

La segunda parada la hicimos en Navascués. Antes de visitar el pueblo cruzamos la carretera para visitar la iglesia de Santa Mª del Campo. Esta iglesia tiene un bonito cementerio adosado al edificio. allí estuvimos un rato haciendo el tonto y echándonos unas cuantas fotos chorras.

Un zombie se quiere escapar del cementerio

Unos kilómetros más adelante, tras pasar Ezcaroz, la capital del Valle de Salazar, llegamos a nuestro destino: Ochagavía. A pesar de que cumple casi todos los estereotipos del típico pueblo pirenaico nada más entrar notas que te encuentras en un pueblo especial, extremadamente cuidado, justamente enclavado en la confluencia de los ríos Anduña y Zatoya; estos dos al unirse forman el Salazar.
La belleza de Ochagavía se la debe en gran parte a la arquitectura de sus edificios, la gran mayoría con estructura de madera, con piedra en el exterior y con tejados con una gran pendiente para evitar que se acumule la frecuente nieve que suele caer por aquí. Todas las calles están empedradas y hasta cuatro puentes cruzan el Anduña conectando ambas márgenes del pueblo.

Cuando nosotros llegamos todavía era pronto así que entramos al Centro de Interpretación para que nos informaran de posibles rutas e itinerarios para hacer por la zona. Al salir de allí fuimos a nuestro alojamiento (casa rural Osaba). Es un sitio muy recomendable para alojarse por un precio muy ajustado (26€ en temporada baja). Ya sin la pesada carga de las mochilas, nos dedicamos a pasear tranquilamente por las calles del pueblo. A la hora de cenar regresamos a la casa rural para cenar allí; esta vez hemos traído abundante comida desde Logroño para poder ahorrarnos unas pelillas cocinando en la propia cocina de la casa rural (por 3€ más).



Yo y el AnduñaEl puente medieval

A la mañana siguiente nos levantamos temprano para aprovechar al máximo el día, nos quedaban muchas cosas por ver. Con el frescor mañanero nos pusimos en dirección a Francia para ir a Santa Engrazi y a las gargantas de Kakueta. La carretera pasa por el puerto de Belagua y allí paramos para contemplar las vistas hacia el este, hacia los Pirineos; las cima del Anie y de la Mesa de los Tres Reyes sobresalen en el horizonte. Creo que tardaré tiempo en sacar de la retina semejantes vistas. También paramos a ver el macizo kárstico de Larra, lleno de dolinas, simas y lapiaz y salteado de pinos negros, el único árbol capaz de aguantar vivo en semejantes altitudes.

Paisaje sobrecogedor de Larra
Valle del Roncal visto desde Belagua

 Tras pasar el puerto de Belagua entramos en Francia, más concretamente en Zuberoa, una de las tres regiones del país vasco francés. Cogemos la carretera que baja verteginosamente hacia Santa Engrazi. En este pequeño pueblo es imprescindible visitar la antigua iglesia románica del S XI.

Iglesia de Santa Engrazi

Unos kilómetros más allá de Santa Engrazi están las Gargantas de Kakueta. Dejamos el coche en el parking y pagamos los 3,30 € que cuesta la entrada. Se recorren 4 kilómetros de ida y vuelta por un camino que avanza paralelo la río, el cual ha escavado una profunda garganta en la roca. Puedo presumir de haber recorrido varias rutas del estilo de ésta (cañón del río Lobos, desfiladero de Yecla, foz de Lumbier), pero sin duda alguna, esta es la más bella. Se pasa por parajes increíbles, especialmente me gustó la cascada que hay cerca del final; un salto de agua de unos 25 metros de altura que mana de agujero de la montaña.
Al fianl de al ruta sales convencido de que a merecido la pena acercarse hasta aquí, a pesar de lo a desmano que queda y de las malas carreteras que hay que atravesar.



Agua cristalina
La cascada

En el regreso a Navarra me empezé a acojonar cuando miré el indicador de nivel de gasolina, sobretdo la recordar que no pasamos por ninguna gasolinera en la ida. Al final, llegamos justos justos a la gasolinera de Isaba, el primer pueblo del valle del Roncal viniendo desde Francia. Allí repostamos gasolina y energía, nos jalamos un buen bocata de panceta con queso y pimiento verde.
Así como Ochagavía nos pareció el pueblo más bonito del Valle de Salazar, Isaba ha sido nuestro preferido en el del Roncal.
De Isaba fuimos a nuestro siguiente destino: Roncal. Allí visitamos el mausoleo de Julián Gayarre, por lo visto un conocido tenor nacido aquí mismo, en Roncal. A pesar de que a mi ni me sonaba su nombre, aquí es un hombre muy recordado.

Mausoleo de Julián Gayarre

También entramos al Centro de Interpretación de la Naturaleza, donde la chica que lo lleva nos confundió con los actores que iban a representar esa misma tarde un cuentacuentos; una movida muy rara...
De Roncal fuimos a Garde, a ver un nogal de 200 años de antiguedad. Finalemnte acabamos nuestra visita al Roncal en Burgui, donde hicimos la llamada ruta de los oficios, se recorren 4 kilómetros hasta la foz de Burgui y se van viendo en el recorrido las diferentes representaciones de los oficios: un horno de pan, una carbonera, una nevera, una calera, y lo que más nos gustó: una almadía.



Puente de Burgui
Replica de una almadía

Al regresar a Ochagavía, subimos a una colina cercana al pueblo para visitar la Ermita de Muskilda (muy visitada por los turistas), pero era demasiado tarde y nos encontramos la puerta del recinto cerrada. De aquí ya bajamos a cenar a la casa rural. Unos san jacobos y peliculita en la tele, tuve la suerte de que justo echaban "Gente pez" (para mi, un descojono de película).

El domingo salió muy buen día y por la mañana nos acercamos la puerto de Larrún con la intención de ascender al Orhi, el primer dos mil de los Pirineos viniendo desde el oeste. Desde este enlace podéis saber más sobre nuestra ascensión.

Tras la pateada, bajamos con bastante hambre al coche, así que que mejor lugar que una sidrería para paliar nuestros males. Este día comimos en la sidrería Kixkia de Ochagavía. Compartimos un plato de choricillo a la sidra y además yo me comí un jarrete de cordero y de postre queso del Roncal (demasiado fuerte para mi gusto) con confitura de higo; Edith además del choricillo se comió unos pimientos rellenos de bacalao y un flan con nata.

Después de comer nos acercamos a las casa de Irati, uno de los puntos de entrada a la Selva de Irati, el segundo mayor bosque autóctono de Europa después de la Selva Negra. Es un bosque muy cerrado de hayedos y abetos en el que se ofrecen bastantes rutas diferentes para lo turistas. Nosotros concretamente hicimos el Sendero del bosque de Zabaleta, en el panel ponía que eran 8 kilómetros pero a nosotros nos parecieron 80, creo que la paliza del fin de semana se empezaba a notar. Esta ruta llega hasta el pantano de Irabia, el cual regula las aguas del río Irati; este es un lugar precioso, allí nos quedamos sentados en un tronco un buen rato admirándolo. Antes de irnos de Irati aprovechamos para visitar la Ermita de la Virgen de las Nieves, que queda muy cerquita del parking de las casas de Irati, a unos 300 metros.


Ermita de Virgen de las Nieves
Selva exuberante


Pantano de Irabia (I)
Pantano de Irabia (II)